Al pie de la Cordillera de los Andes, en la provincia de Mendoza; en la inmensa Patagonia y allí mismo donde habita el fin del mundo, increíbles paisajes de un blanco que quita el aliento. Cobijados por las montañas, kilómetros de pistas, para expertos, para principiantes, para adultos, para niños, con perfecta nieve en polvo y para todos los tipos de esquí y deportes de invierno.
Cuando comienza el descenso, el reto de la montaña invade las almas, pendiente abajo se escuchará el suave sonido de la nieve en cada giro. El sol energiza a los esquiadores en los descansos de mitad de mañana: aire fresco de las cumbres colma los espíritus en las terrazas de los centros de invierno. A lo lejos se oyen los perros que habrán de llevar los trineos, una aventura para jugar como niños en los confines del mundo. Snowcats, motos de nieve, raquetas, se suman a las propuestas de diversión en la nieve. Chocolates y cafés calientes acompañarán los paseos por los bosques. Por la noche, las antorchas iluminan los blancos caminos. La vida se disfruta, deliciosa, en los bares y restaurantes más exquisitos.
